A veces la vida real necesita convertirse en palabra escrita para que sea más fácil enfrentarse al dolor. Después de escuchar a los miembros de su familia que habían sobrevivido al genocidio armenio, Antonia Arslan se decidió a escribir este conmovedor testimonio que nos lleva hasta las colinas de Anatolia, el lugar donde nacieron sus antepasados.
Corre el año 1915, y toda la familia está esperando la visita de Yervant, el hermano que dejó su pueblo natal a los 13 años para buscar trabajo en Italia. Ahora, después de haber hecho fortuna en Venecia, el hombre vuelve al país donde nació para que todos conozcan a su esposa y a los dos hijos.
Su hermano Sempad ha acondicionado la casa de las alondras para recibirlos, e incluso ha encargado una piano de cola en Viena; las hermanas Azniv y Veron se desviven cocinando los mejores platos de la cocina armenia, pero tanto esfuerzo es inútil: Yervant nunca llegará a su destino porque justo el día en que debería iniciar el viaje se declara la primera guerra mundial e Italia cierra las fronteras.
Al hilo de estos acontecimientos, se refuerza el espíritu nacionalista de los turcos, empeñados en crear una gran nación donde no cabe el respeto por las minorías. Empieza así el gran éxodo armenio, una odisea marcada por el hambre, la sed y la voluntad desesperada de las mujeres de esta familia por salvarse de la muerte y de la indignidad.
Solo tres niñas y un niño conseguirán llegar hasta Italia, donde Yervant se ocupará de garantizar su futuro y de conservar la memoria oscura de todos ellos. Esos son los recuerdos que su nieta Antonia ha recogido en La casa de las alondras, una historia que habla del horror de las víctimas, pero también de la vergüenza de quien pudo y no quiso evitar uno de los episodios más trágicos de todos los tiempos.
1 cuota de $1.000 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $1.000 |